El aire nocturno me trajo el aroma de su piel
Flores salvajes, bosque, inocencia y miel
Mi cuerpo en frenesí empezó a buscarle
Ella dejaba en la nieve las huellas de un ángel
Su sabor en el aire doblegaba mi sed
Ella movía sus caderas delicadas bajo el atardecer
Su contoneo hipnótico se clavo en mi mente
Ella elevaba mis sentidos de forma permanente
Y como estrella que cae
El fulgor de su pecho me motivaba más
Escuchar el latido acelerado de su corazón
Convulsionando bajo su armadura de porcelana
Inyectaba adrenalina a mi razón
Yo solo necesitaba un corte más
El vino de sus venas saborear
Su dulce mirada en mi memoria grabar
Sus gritos desesperados succionar
Con la pena en mi alma
Me arrodille a un lado de su virginidad
La cubrí de amapolas y esperanzas
Para que sus alas la hicieran volar
Bese sus mejillas y le llore toda la eternidad.
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