Odín seguramente estaba orgulloso
Escuchando mis latidos cual truenos
Devorando los movimientos frenéticos
Arrítmicos y desconsolados de mi corazón.
En mi mente yo seguía colgado del árbol de los mundos
Traicionado y doblegado hasta la agonía profunda
Herido en el costado, sin un ojo y derramando un mar de
sangre.
Sus últimas palabras mecían mi cuerpo muerto
Un carcasa de
intestinos y viseras
Un cráneo de pensamientos batidos y torturados.
Que rara es la tristeza del hombre que ama
Que rápido olvidamos el concepto de mortalidad
Y pensamos en nuestra muerte lenta como un dolor eterno.
Somos dioses olvidados, vagando en esta tierra vacía
Buscando la pieza donde embonar; de cualquier forma ahí estaba
yo
Hijo del padre de
todos
Golpeado hasta la locura.
Una felicidad enferma invadía mis ojos
Al fin podía morir, ¿no era lo que tanto anhelaba?
Estaba recibiendo al día más frió
Y aun creo que su estancia se alargara.
Vivo entre el día y la noche
Sin estrellas y sin sol
En las sombras de tu olvido
Colgado en el árbol de los mundos
Donde ya nunca más me alcanzara tu amor
Donde he cerrado los ojos para siempre
Para no ver mis lágrimas caer a tus flores
En el último solsticio de mi vida.
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