-El Consejo
de los Principios-
Solsticio: ¿Qué pasa?, ¿por qué no se
defiende?
Solsticio preguntaba con
desesperación al ver como Vulcano golpeaba a Invierno sin piedad, estaba en la
reunión del Consejo de los Principios. A su alrededor se encontraban Primavera,
Verano y Otoño, viendo como su hermano era torturado lentamente. Eran incapaces
de hacer algo. O tal vez no querían hacerlo.
Solsticio: Hagan algo, por favor
ayúdenlo. Lo va a matar, por favor, por el Gran Maestro sálvenlo.
Solsticio: ¡Malditos sean!, cobardes,
traidores. ¡Malditos sean!
Otoño: ¡Basta! Hija del suspiro
del señor del hielo, nuestra intervención no es permitida por el grande. Es una
batalla justa, sería indigno de nuestra parte ir a ayudar a Invierno, cuando él
nos hizo prometer que no lo haríamos.
Y así había sido, antes de partir
a la batalla, Invierno hizo prometer a sus hermanos que pasara lo que pasara,
cuidarían a Solsticio en su ausencia. Invierno tal vez pensaba que era su última
batalla, sin embargo su cara mostraba seguridad, así que sus hermanos no se
preocuparon en lo más mínimo.
Primavera:
Pero hay una
forma de ayudarle, mas no depende de nosotros, preciosa.
Solsticio: Entonces, ¿de qué depende?
Verano:
De ti. Sólo
tú puedes ayudarlo. ¿Estas dispuesta a hacerlo?
Solsticio: Lo estoy, díganme qué es lo
que debo hacer.
Otoño: Ven te llevaré a la puerta,
es el momento de que desciendas a enfrentar lo que tu amo no pudo vencer.
Así era Otoño, directo y sin
tapujos. La condujo a un gran marco sin puerta que tenía grabados extraños, se
encontraba en medio de una gran colina llena de flores, era la puerta de
entrada a todas esas almas que habían ganado el derecho de entrar al Santuario Eterno,
donde sus almas descansarían y se convertirían en un árbol en aquel gran jardín
prohibido.
Otoño: Sólo pasa la puerta, y
piensa en el lugar adonde quieres llegar. Ten cuidado, eres torpe y nunca te
has enfrentado a algo igual, pero no podemos negarte tu deseo de ayudar a tu
maestro. Sólo el de arriba y no ha mandado a nadie a contradecir tu decisión,
suerte hija de hielo. Espero que en vez de dolor encuentres una muerte en
silencio y rápida.
Sus palabras fueron dagas que
perforaron toda la confianza que tenía. Era cierto, no estaba preparada, apenas
unos momentos antes pudo congelar el agua por primera vez. Su maestro le había
enseñado algunos movimientos, danzas y posiciones para defenderse cuando lo
necesitara, había enfrentado a osos en batallas cuerpo a cuerpo y hacía
carreras de velocidad con los lobos, pero eso era diferente, estaba a punto
enfrentar a un gigante de fuego, que excretaba furia, un gigante que ni
siquiera su maestro pudo derrotar. Ella qué podría hacer ante tal ser, simplemente
sería un hazme reír, una burla. Pero tenía que intentarlo, tenía que salvar a
su maestro y así lo hizo, cruzó el marco pensando en su maestro y en el lugar,
sintió un vacío en su estómago, una sensación de caída y después todo se volvió
oscuro.
-La Tierra-
Vulcano estaba divirtiéndose a lo
grande, golpeaba sin piedad a Invierno estrellándolo en la gran estructura de
piedra. Invierno yacía inconsciente en las grandes manos del gigante, su mente
vagaba lejos. Sus latidos desaparecían lentamente, todo indicaba que sería el
fin, y aun en el fin sólo podía pensar en una cosa. Solsticio. Esa niña, la iba
a dejar sola y ya nunca podría contarle más cuentos, ni recitarle más poemas.
Tampoco le enseñaría a hacer más magia. Todo había acabado, y eso era lo que más
le dolía.
Vulcano: (Riendo) es momento de
acabar contigo, pequeño e insignificante señor del hielo, ya te he hecho sufrir
demasiado, es hora de que mueras.
Vulcano levantó un pequeño altar
de rocas al rojo vivo, donde acostó a Invierno para asestarle el ultimo golpe,
levantó su mano que se volvió una masa incandescente de la que sobresalían grandes
picos de piedra ardiente y dejó caer con fuerza la gran masa sobre el cuerpo de
Invierno; ese era el fin de todo. Pero de un momento a otro, sintió que su gran
brazo de fuego se congelaba completo de una forma casi impresionante y después
un golpe lo despedazaba hasta hacerlo cenizas. Era incapaz de creerlo, giró su
cabeza y no vio a nadie, ¿quién había sido?, ¿quién además de Invierno tenía
esa capacidad? Y fue cuando la vio ahí, hincada a un lado de su maestro,
sosteniendo la cabeza del inconsciente Invierno, sus cabellos blancos y
plateados estaban manchados de sangre azul, su cara parecía que dormía
profundamente, no sufría ninguna contusión, pero aun así, su boca destilaba un
chorro de sangre y sus ojos también lo hacían. Las lágrimas resbalaban sin cesar
por las mejillas de Solsticio al ver a su maestro medio muerto en ese lugar de
fuego abrasador. Ahora si, la furia que llevaba dentro salió. Levantó sus ojos
azul profundo como un mar congelado y se dirigieron a los de Vulcano, que aún no
creía lo que veía.
Vulcano: (Carcajada) no puedo
creerlo, la pequeña loba de Invierno vino a rescatarlo, es increíble, parece
que mataré a discípulo y alumno en un mismo día.
Solsticio: ¡Calla!, te atreviste a herir a
mi maestro y yo te mataré, maldito monstruo, yo voy a destruirte, haré cenizas
tu cuerpo.
Los ojos de Solsticio destellaban
odio, Vulcano reía con más fuerza burlándose de ella y en un acto de sorpresa
se abalanzó contra Solsticio intentando golpear su cuerpo, pero se encontró con
otra sorpresa, el pequeño y delicado puño de Solsticio, chocó con el de él. Solsticio
de alguna forma había congelado su cuerpo, creando una delicada armadura de
hielo que cubría su ser y el toque de sus manos congelaba todo aquello que se
interpusiera en su camino, como el puño de Vulcano.
Solsticio: Dije que voy a destruirte, por mi
maestro.
Vulcano: Maldita niña, cómo te
atreves a hablarle así al gran Vulcano, ¡ahora sentirás toda mi furia!
Dicho esto Vulcano subió la temperatura
del ambiente y su cuerpo de llamas explotó en cólera, volviéndose un dragón
gigante de piedra incandescente, fuego y lava. Así comenzó la gran pelea, Vulcano
asestaba golpes con su cola y Solsticio los esquivaba con gracia y velocidad,
de vez en cuando congelaba alguna parte de la cola de Vulcano o de sus alas y las despedazaba de un
golpe, pero Vulcano se regeneraba con una velocidad sorprendente y seguía
lanzando golpes con su cola, escupiendo lava y fuego, desplegando sus alas para
tomar más velocidad en sus ataques. La pelea provocaba tal impacto que la
tierra retumbaba con cada golpe, los mortales que presenciaban aquel extraño
fenómeno estaban aterrados y maravillados al mismo tiempo. Solsticio se movía
como alguien que llevase años entrenando, su armadura de hielo la protegía del
calor intenso, era una guerrera excepcional, los señores de las estaciones no
lo podían creer, ¿de dónde había sacado tal fuerza y habilidad? Golpeaba a Vulcano
con furia aunque este se regenerase, esquivaba los ataques y contratacaba,
congelaba, golpeaba y pulverizaba. Simplemente era como ver a una hermosa hada
de hielo. La batalla era épica. Pero el cansancio empezó a presentarse en Solsticio.
Después de todo aún no era una señora bendecida por el grande. Aún era una
alumna, aún necesitaba aprender y esa fue una de sus debilidades.
Vulcano: Eres buena, lo admito, pero
yo soy un grande, un ser poderoso de fuerza ilimitada y jamás podrás
derrotarme.
Solsticio: Eres un monstruo que sirve sólo
para causar dolor y no mereces vivir.
Estas palabras molestaron a Vulcano
y con la velocidad de un rayo abrió sus alas de dragón y se abalanzó sobre
ella, rugiendo y escupiendo una gran flama de fuego. Solsticio la esquivó pero
un colazo de Vulcano la alcanzó en su estómago, sacándole el aire y
estampándola en el suelo. Su armadura de hielo estaba despedazada. No podía
moverse, sentía un dolor terrible. Vulcano descendió hacia donde se encontraba Solsticio
lastimada, tratando de respirar desesperadamente. Puso una de sus grandes patas
sobre su cuerpo, y la aplastó con fuerza.
Solsticio soltó un grito desgarrador.
Vulcano: Es hora de que mueras hija
de hielo, es hora de que te reúnas con tu maestro.
Dicho esto levantó su gran cola
de dragón y la volvió una lanza puntiaguda que cayó en picada dirigiéndose al
pecho de Solsticio. Pero algo detuvo aquel ataque definitivo. Oponiendo
resistencia a la gran cola, estaba Destello, la espada que despuntaba toques
lilas al alba.
Solsticio: ¿Destello?, pero, ¿cómo es
posible?
Vulcano: Maldito artefacto inútil,
aun si Invierno esta casi muerto, sigues causándome molestias y no lo
permitiré.
Levantó la pata que tenia sobre Solsticio
y trató de tomar a Destello, pero Solsticio fue mas rápida, tomó la espada de
la empuñadura y cortó la pata y la cola de un sólo golpe. Vulcano soltó un
rugido de dolor y perdió el equilibrio cayendo de costado, Solsticio controlaba
a Destello como si fuera parte de ella, intentó volver a crear la armadura de
hielo pero no lo consiguió. Vulcano aún no había recuperado su pata ni su cola
y eso era extraño, al parecer Destello no permitía que se regenerara con la
misma rapidez. Pero eso era imposible, ya había visto a Invierno cortar con esa
misma espada a Vulcano y Vulcano se regeneraba con la misma velocidad pero esta
vez era distinto, era como si la espada estuviera controlada por un hechizo, un
hechizo que le daba tiempo, pero tal vez no el suficiente. Vulcano se
encontraba de pie de nuevo, a punto de empezar a atacar. Solsticio se puso en
pose de batalla con Destello en sus manos y así se reanudo la pelea. Pero esta vez
la suerte estaba de su lado, Destello era tan filosa y Solsticio tan rápida que
de un ataque cortó las dos grandes alas del dragón y Vulcano cayó con tal
fuerza que la tierra se estremeció por completo y, sin esperar a que Vulcano se
regenerara Solsticio le acertó un golpe cortándole el cuello, y
después clavó la espada en el pecho del monstruo, apagando por completo el
fuego del dragón y volviéndolo roca dura y negra. La batalla había terminado.
Solsticio lo había derrotado.
Solsticio: Al fin ha caído. Gracias Destello
no habría podido hacerlo sin ti. Ahora tengo que salvar a mi maestro.
Corrió hacia donde estaba Invierno
que aún yacía inconsciente sobre el gran altar de piedra fundida que ahora se
encontraba fría y negra. Tomó el cuerpo de su maestro y empezó a llamarlo, pero
no parecía funcionar. Además sentía que el cuerpo de su maestro perdía su toque
frío. Había un gran charco de sangre al lado de donde se encontraba su cuerpo,
sus ojos estaban completamente blancos, había perdido el hermoso toque de azul
zafiro y miel que había en ellos. Invierno moría. Y solsticio no sabía que
hacer, de nuevo empezó a llorar, el dolor venía desde su corazón azul que latía
mas lento. Era como un presagio, o una señal de que el corazón azul de Invierno
estaba apunto de dejar de latir, pero esas lágrimas, ese dolor y el llamado de
su boca desesperada no le regresaban a Invierno que poco a poco perdía el color
blanco de su piel, que se volvía gris y dura. Nada podía hacer, y lo peor
estaba por pasar. Vulcano resurgió del gran hoyo de fuego del que había salido
anteriormente con su cuerpo de gigante y no de dragón, atrapó a Solsticio con
sus grandes manos y la estrujo con fuerza.
Vulcano: Tonta niña, crees que Vulcano
es tan fácil de vencer. Dejé una parte de mi cuerpo descansando en ese gran
lago de lava y he podido regenerarme de ahí, y es hora de que mueras, ya es
hora.
Vulcano apretó el cuerpo de Solsticio
con tal fuerza que ella sintió su interior romperse y molerse, un grito se
extendió en el cielo, un grito desesperado. Un grito que erizó a los maestros
de las estaciones, un grito que hizo que el cielo se pusiera negro y una gran
ráfaga de nieve y granizo azotaran el cuerpo de Vulcano, y apagaran su cuerpo
lentamente, un grito que había hecho que sus ojos se abrieran con ese mismo
toque de zafiro y miel en ellos.
Él había despertado, y ahora
estaba furioso.
Autor: Noel A. Loaiza
Trabajo de corrección: Iyallii P.
Trabajo de corrección: Iyallii P.
Así que Solsticio se llevaba muy bien con Destello...
ResponderEliminarclaro, es un pacto muy interesante. tal vez pronto sabremos el por que
EliminarHasta que me das crédito ;)
ResponderEliminarYo digo que Invierno tiene que darnos explicaciones cuando haga polvito a la doncella berrinchuda :)
ResponderEliminarEscribe, escribe, escribe... (Pero no creas que te presiono c:)
no demores en subir la continuacion porfavor, estoy muy intrigada en saber que pasara.
ResponderEliminarestoy de parte de iya, ESCRIBE ESCRIBE ESCRIBE ( yo si te presiono) ^.^