domingo, 22 de julio de 2012

"Recuerdos de verano y noches de otoño"


Aun la veo entrando por la ventana de mis ojos
Como una luz tenue, un rayo danzante de la luna
Un faro en la lejanía o un camino de estrellas
Sus manos dibujan un corazón en mi pecho
Y ponen ese dulce aroma de su cuerpo de muñeca
En las partículas de oxigeno que invaden la atmosfera
Y mientras estoy en agonía o en un simple entumecimiento
sobre mi barca que se mece en las aguas oscuras
Miles de hojas blancas aparecen en mi cabeza
Y ella me besa, el sabor de sus labios se diluye a través de los míos
Corre lento hacia mis poros, una tinta caliente invade mis venas
Sube hasta mi cabeza, poniendo palabras en esas hojas vacías.

Solo mis ojos la consumen, como si fuera una droga para la tristeza
Sus manos me despojan de un mundo que me estropea las miradas
Cuando estoy perdido entre sus cabellos salvajes
Y ya no queda nada, ya no hay que perder
No, ya no tengo que perder exhausto de vagar con mis dedos
El campo de algodón que se expande en las curvas crueles de su piel
Mientras me despierta con remordimiento el recuerdo de su voz
El recuerdo de su dulce voz.

Afuera, soy ahogado por los granos de arena
El tiempo vengativo me provoca al cambio de estación
Mientras mi deseo oscuro de poder sus pulmones asfixiar
Con un beso largo que solo el latido de nuestros corazones unidos
En la inmensidad de un universo escondido pueda escuchar
Pero parece que ya no me quedan fuerzas para sostener sus manos hasta el amanecer
Los recuerdos se empiezan a corromper.

Extraños susurros se apoderan de mi pared de salitre
Ella se vuelve una sombra que lentamente se va
Hay algo que intenta arrebatarme su luz
Por favor quédate y enséñame a bailar
Juntos en las melodías de esta profunda oscuridad
Noche lléname de sus besos una vez más
Ahora que estoy perdido por siempre en el mar.

-frente a las olas, le entregue mi corazón de espuma, y después me fui a vagar al ancho mar azul y misterioso, con la única esperanza que tenia, regresar a ella. y encontrarla con la mirada en el horizonte sobre la tranquila arena-

Autor: Noel A. Loaiza.

"Hielo y Nieve: El fuego del fin. parte 2"



-El Consejo de los Principios-

Solsticio: ¿Qué pasa?, ¿por qué no se defiende?      
           
Solsticio preguntaba con desesperación al ver como Vulcano golpeaba a Invierno sin piedad, estaba en la reunión del Consejo de los Principios. A su alrededor se encontraban Primavera, Verano y Otoño, viendo como su hermano era torturado lentamente. Eran incapaces de hacer algo. O tal vez no querían hacerlo.

Solsticio: Hagan algo, por favor ayúdenlo. Lo va a matar, por favor, por el Gran Maestro sálvenlo.

Sus lágrimas se derramaban lento desde sus ojos acariciando sus mejillas, no entendía por qué los otros señores de las estaciones estaban tan tranquilos, tan pacientes. Una ira profunda se adueño de ella.

Solsticio: ¡Malditos sean!, cobardes, traidores. ¡Malditos sean!

En ese momento la voz de Otoño surgió de su profundo silencio, una voz que jamás había escuchado, como si un trueno surcara el cielo partiéndolo en dos.

Otoño: ¡Basta! Hija del suspiro del señor del hielo, nuestra intervención no es permitida por el grande. Es una batalla justa, sería indigno de nuestra parte ir a ayudar a Invierno, cuando él nos hizo prometer que no lo haríamos.

Y así había sido, antes de partir a la batalla, Invierno hizo prometer a sus hermanos que pasara lo que pasara, cuidarían a Solsticio en su ausencia. Invierno tal vez pensaba que era su última batalla, sin embargo su cara mostraba seguridad, así que sus hermanos no se preocuparon en lo más mínimo.

Primavera: Pero hay una forma de ayudarle, mas no depende de nosotros, preciosa.

Solsticio: Entonces, ¿de qué depende?

Verano: De ti. Sólo tú puedes ayudarlo. ¿Estas dispuesta a hacerlo?

Solsticio: Lo estoy, díganme qué es lo que debo hacer.

Otoño: Ven te llevaré a la puerta, es el momento de que desciendas a enfrentar lo que tu amo no pudo vencer.

Así era Otoño, directo y sin tapujos. La condujo a un gran marco sin puerta que tenía grabados extraños, se encontraba en medio de una gran colina llena de flores, era la puerta de entrada a todas esas almas que habían ganado el derecho de entrar al Santuario Eterno, donde sus almas descansarían y se convertirían en un árbol en aquel gran jardín prohibido.

Otoño: Sólo pasa la puerta, y piensa en el lugar adonde quieres llegar. Ten cuidado, eres torpe y nunca te has enfrentado a algo igual, pero no podemos negarte tu deseo de ayudar a tu maestro. Sólo el de arriba y no ha mandado a nadie a contradecir tu decisión, suerte hija de hielo. Espero que en vez de dolor encuentres una muerte en silencio y rápida.

Sus palabras fueron dagas que perforaron toda la confianza que tenía. Era cierto, no estaba preparada, apenas unos momentos antes pudo congelar el agua por primera vez. Su maestro le había enseñado algunos movimientos, danzas y posiciones para defenderse cuando lo necesitara, había enfrentado a osos en batallas cuerpo a cuerpo y hacía carreras de velocidad con los lobos, pero eso era diferente, estaba a punto enfrentar a un gigante de fuego, que excretaba furia, un gigante que ni siquiera su maestro pudo derrotar. Ella qué podría hacer ante tal ser, simplemente sería un hazme reír, una burla. Pero tenía que intentarlo, tenía que salvar a su maestro y así lo hizo, cruzó el marco pensando en su maestro y en el lugar, sintió un vacío en su estómago, una sensación de caída y después todo se volvió oscuro.

-La Tierra-

Vulcano estaba divirtiéndose a lo grande, golpeaba sin piedad a Invierno estrellándolo en la gran estructura de piedra. Invierno yacía inconsciente en las grandes manos del gigante, su mente vagaba lejos. Sus latidos desaparecían lentamente, todo indicaba que sería el fin, y aun en el fin sólo podía pensar en una cosa. Solsticio. Esa niña, la iba a dejar sola y ya nunca podría contarle más cuentos, ni recitarle más poemas. Tampoco le enseñaría a hacer más magia. Todo había acabado, y eso era lo que más le dolía.

Vulcano: (Riendo) es momento de acabar contigo, pequeño e insignificante señor del hielo, ya te he hecho sufrir demasiado, es hora de que mueras.

Vulcano levantó un pequeño altar de rocas al rojo vivo, donde acostó a Invierno para asestarle el ultimo golpe, levantó su mano que se volvió una masa incandescente de la que sobresalían grandes picos de piedra ardiente y dejó caer con fuerza la gran masa sobre el cuerpo de Invierno; ese era el fin de todo. Pero de un momento a otro, sintió que su gran brazo de fuego se congelaba completo de una forma casi impresionante y después un golpe lo despedazaba hasta hacerlo cenizas. Era incapaz de creerlo, giró su cabeza y no vio a nadie, ¿quién había sido?, ¿quién además de Invierno tenía esa capacidad? Y fue cuando la vio ahí, hincada a un lado de su maestro, sosteniendo la cabeza del inconsciente Invierno, sus cabellos blancos y plateados estaban manchados de sangre azul, su cara parecía que dormía profundamente, no sufría ninguna contusión, pero aun así, su boca destilaba un chorro de sangre y sus ojos también lo hacían. Las lágrimas resbalaban sin cesar por las mejillas de Solsticio al ver a su maestro medio muerto en ese lugar de fuego abrasador. Ahora si, la furia que llevaba dentro salió. Levantó sus ojos azul profundo como un mar congelado y se dirigieron a los de Vulcano, que aún no creía lo que veía.

Vulcano: (Carcajada) no puedo creerlo, la pequeña loba de Invierno vino a rescatarlo, es increíble, parece que mataré a discípulo y alumno en un mismo día.

Solsticio: ¡Calla!, te atreviste a herir a mi maestro y yo te mataré, maldito monstruo, yo voy a destruirte, haré cenizas tu cuerpo.

Los ojos de Solsticio destellaban odio, Vulcano reía con más fuerza burlándose de ella y en un acto de sorpresa se abalanzó contra Solsticio intentando golpear su cuerpo, pero se encontró con otra sorpresa, el pequeño y delicado puño de Solsticio, chocó con el de él. Solsticio de alguna forma había congelado su cuerpo, creando una delicada armadura de hielo que cubría su ser y el toque de sus manos congelaba todo aquello que se interpusiera en su camino, como el puño de Vulcano.

Solsticio: Dije que voy a destruirte, por mi maestro.

Vulcano: Maldita niña, cómo te atreves a hablarle así al gran Vulcano, ¡ahora sentirás toda mi furia!

Dicho esto Vulcano subió la temperatura del ambiente y su cuerpo de llamas explotó en cólera, volviéndose un dragón gigante de piedra incandescente, fuego y lava. Así comenzó la gran pelea, Vulcano asestaba golpes con su cola y Solsticio los esquivaba con gracia y velocidad, de vez en cuando congelaba alguna parte de la cola de  Vulcano o de sus alas y las despedazaba de un golpe, pero Vulcano se regeneraba con una velocidad sorprendente y seguía lanzando golpes con su cola, escupiendo lava y fuego, desplegando sus alas para tomar más velocidad en sus ataques. La pelea provocaba tal impacto que la tierra retumbaba con cada golpe, los mortales que presenciaban aquel extraño fenómeno estaban aterrados y maravillados al mismo tiempo. Solsticio se movía como alguien que llevase años entrenando, su armadura de hielo la protegía del calor intenso, era una guerrera excepcional, los señores de las estaciones no lo podían creer, ¿de dónde había sacado tal fuerza y habilidad? Golpeaba a Vulcano con furia aunque este se regenerase, esquivaba los ataques y contratacaba, congelaba, golpeaba y pulverizaba. Simplemente era como ver a una hermosa hada de hielo. La batalla era épica. Pero el cansancio empezó a presentarse en Solsticio. Después de todo aún no era una señora bendecida por el grande. Aún era una alumna, aún necesitaba aprender y esa fue una de sus debilidades.

Vulcano: Eres buena, lo admito, pero yo soy un grande, un ser poderoso de fuerza ilimitada y jamás podrás derrotarme.

Solsticio: Eres un monstruo que sirve sólo para causar dolor y no mereces vivir.

Estas palabras molestaron a Vulcano y con la velocidad de un rayo abrió sus alas de dragón y se abalanzó sobre ella, rugiendo y escupiendo una gran flama de fuego. Solsticio la esquivó pero un colazo de Vulcano la alcanzó en su estómago, sacándole el aire y estampándola en el suelo. Su armadura de hielo estaba despedazada. No podía moverse, sentía un dolor terrible. Vulcano descendió hacia donde se encontraba Solsticio lastimada, tratando de respirar desesperadamente. Puso una de sus grandes patas sobre su cuerpo, y la aplastó con fuerza.  Solsticio soltó un grito desgarrador.

Vulcano: Es hora de que mueras hija de hielo, es hora de que te reúnas con tu maestro.

Dicho esto levantó su gran cola de dragón y la volvió una lanza puntiaguda que cayó en picada dirigiéndose al pecho de Solsticio. Pero algo detuvo aquel ataque definitivo. Oponiendo resistencia a la gran cola, estaba Destello, la espada que despuntaba toques lilas al alba.

Solsticio: ¿Destello?, pero, ¿cómo es posible?

Vulcano: Maldito artefacto inútil, aun si Invierno esta casi muerto, sigues causándome molestias y no lo permitiré.

Levantó la pata que tenia sobre Solsticio y trató de tomar a Destello, pero Solsticio fue mas rápida, tomó la espada de la empuñadura y cortó la pata y la cola de un sólo golpe. Vulcano soltó un rugido de dolor y perdió el equilibrio cayendo de costado, Solsticio controlaba a Destello como si fuera parte de ella, intentó volver a crear la armadura de hielo pero no lo consiguió. Vulcano aún no había recuperado su pata ni su cola y eso era extraño, al parecer Destello no permitía que se regenerara con la misma rapidez. Pero eso era imposible, ya había visto a Invierno cortar con esa misma espada a Vulcano y Vulcano se regeneraba con la misma velocidad pero esta vez era distinto, era como si la espada estuviera controlada por un hechizo, un hechizo que le daba tiempo, pero tal vez no el suficiente. Vulcano se encontraba de pie de nuevo, a punto de empezar a atacar. Solsticio se puso en pose de batalla con Destello en sus manos y así se reanudo la pelea. Pero esta vez la suerte estaba de su lado, Destello era tan filosa y Solsticio tan rápida que de un ataque cortó las dos grandes alas del dragón y Vulcano cayó con tal fuerza que la tierra se estremeció por completo y, sin esperar a que Vulcano se regenerara Solsticio le acertó un golpe cortándole el cuello, y después clavó la espada en el pecho del monstruo, apagando por completo el fuego del dragón y volviéndolo roca dura y negra. La batalla había terminado. Solsticio lo había derrotado.

Solsticio: Al fin ha caído. Gracias Destello no habría podido hacerlo sin ti. Ahora tengo que salvar a mi maestro.

Corrió hacia donde estaba Invierno que aún yacía inconsciente sobre el gran altar de piedra fundida que ahora se encontraba fría y negra. Tomó el cuerpo de su maestro y empezó a llamarlo, pero no parecía funcionar. Además sentía que el cuerpo de su maestro perdía su toque frío. Había un gran charco de sangre al lado de donde se encontraba su cuerpo, sus ojos estaban completamente blancos, había perdido el hermoso toque de azul zafiro y miel que había en ellos. Invierno moría. Y solsticio no sabía que hacer, de nuevo empezó a llorar, el dolor venía desde su corazón azul que latía mas lento. Era como un presagio, o una señal de que el corazón azul de Invierno estaba apunto de dejar de latir, pero esas lágrimas, ese dolor y el llamado de su boca desesperada no le regresaban a Invierno que poco a poco perdía el color blanco de su piel, que se volvía gris y dura. Nada podía hacer, y lo peor estaba por pasar. Vulcano resurgió del gran hoyo de fuego del que había salido anteriormente con su cuerpo de gigante y no de dragón, atrapó a Solsticio con sus grandes manos y la estrujo con fuerza.

Vulcano: Tonta niña, crees que Vulcano es tan fácil de vencer. Dejé una parte de mi cuerpo descansando en ese gran lago de lava y he podido regenerarme de ahí, y es hora de que mueras, ya es hora.

Vulcano apretó el cuerpo de Solsticio con tal fuerza que ella sintió su interior romperse y molerse, un grito se extendió en el cielo, un grito desesperado. Un grito que erizó a los maestros de las estaciones, un grito que hizo que el cielo se pusiera negro y una gran ráfaga de nieve y granizo azotaran el cuerpo de Vulcano, y apagaran su cuerpo lentamente, un grito que había hecho que sus ojos se abrieran con ese mismo toque de zafiro y miel en ellos.

Él había despertado, y ahora estaba furioso.

Autor: Noel A. Loaiza
Trabajo de corrección: Iyallii P.

miércoles, 11 de julio de 2012

"Despertar"


A él lo despertó una mariposa herida, que lentamente se poso entre sus ojos.

Esperen así no es; a él lo despertó el dolor de sus nudillos y miro la mariposa herida caer lentamente entre su ojos, sintió el cuerpo de una fémina hermosa e impecable.

No, la fémina si era hermosa, pero su piel escondía los secretos de su pasado, ligeras marcas rosadas envolvían su espalda, el las acaricio lento, intensificando el dolor de sus nudillos en carne viva.
Beso cada surco, hasta llegar a la delicada piel de sus pezones, tomo su mano para el último baile, el piano le daba vida a su mundo cirquero, se contorsionaban lento sobre la gravedad impuesta.

Creo que me equivoque, a él lo despertó ella, preguntando que le había pasado a su mariposa que yacía en el suelo con sus alitas de colores místicos, rotas y desgarradas, vio miles de imágenes de su cara, que se reflejaban en los pedazos de espejo que se esparcían por el suelo. Sentía cicatrices en su espalda, un horrible dolor en sus nudillos, ella gritaba. El lloraba.

Miento; él se despertó solo, sin su fémina, sin la mariposa, sin nudillos sangrantes, sin cicatrices profundas, se despertó solo. 

"Se busca"


Su voz huyo
A una ciudad distante y silenciosa
Mientras yo dormía retorcido
Entre arboles de metal.

Al despertar busque sus ojos
En los jardines más profundos
De una conciencia viciada
Llena de espinas y de agujas.

Rompí mi sonrisa
Bajo la sombra de una luna funesta
Ella se fue en el día más oscuro
Y jamás la volví a ver.

Ahora sé que ella
No me podía salvar
Ahora sé que ella
Solo quería tomar
Lo que nunca le di a nadie más.

Y ahora soy prisionero de su amor
En las celdas diluidas de su oscuro corazón.

Los sueños desaparecieron de mis noches
Y las pequeñas cosas dejaron de ser lo mismo
Antes de su partida no me había dado cuenta
De lo vacío que me había quedado yo.

Ella robo mi estrella
Mientras yo la invitaba a dormir
Ella secuestro mi esperanza
Y nunca me la devolvió.

Ahora sé que ella
No me podía salvar
Ahora sé que ella
Solo quería tomar
Lo que nunca le di a nadie más.

En este sueño que en una pesadilla se volvió
Estoy encerrado con el candado de la negación.

La busque sin parar
Siguiendo el sonido de lo que ella solía pensar
Entre hasta las entrañas del abismo
Y aun no se en que lugar se esconde

Estoy tan perdido
Con el orgullo herido
He descubierto que para ella nunca fui nada
Y nunca más nos veremos.

Ahora sé que ella
No me podía salvar
Ahora sé que ella
Solo quería tomar
Lo que nunca le di a nadie más.         
Se fue para no volver
Nunca mas.

lunes, 9 de julio de 2012

"La canción envenenada de San Venganza II"


El viento que corre libre
No se doblega ante nadie
Y el rio de fuego en la venas
Tampoco lo hará
Divino sea, quien se entrega
Al torbellino de sus aguas tempestuosas
Y bebe el veneno de furia
Justo con su espíritu de venganza
Volara ante los cielos
Negros siendo el trueno y el rayo
Y ha de caer sobre las cabezas
De todo aquel que intente violar
El mimético movimiento de sus flores de guerra
Gloria al terror
Y reverencias a la escama de la maldad
Que ha de cubrirnos lentos por gusto
Y satisfacción desenfrenada
Gloria a la tormenta que se avecina
Ten paciencia hijo de la tierra
El martillo caerá y saciara tu boca
Con sangre de un bastardo imprudente.

San venganza

miércoles, 4 de julio de 2012

"Hielo y nieve: El fuego del fin. parte 1"



-El Consejo de los Principios-

(Una gran mesa de piedra construida en el centro del Edén o el jardín prohibido en el cual solo a los primigenios se les era permitido ir, en ese momento se encontraban sentados: Alfa de la Vida, Omega de la Muerte, Hypnos del sueño eterno, Primavera, Verano, Otoño e Invierno. Estas entidades formaban una media luna mirando fijamente el medio de la gran piedra donde se alzaba el Mensajero, un ser iluminado y poderoso, un ser celestial).

Mensajero: Así es, hijos de mi padre. He venido con una noticia preocupante y aquellos que han recibido mi llamado y lo han respondido, tendrán la bendición de nuestro padre.

Alfa de la Vida: Dinos Mensajero, ¿qué es lo que ordena el Gran Maestro?

Mensajero: Vulcano hijo de las entrañas más oscuras de la tierra y soldado del ejército de los desesperados, despertó de su letargo al que alguna vez fue sentenciado y golpea con furia varias ciudades de los mortales, el Gran Maestro exige que sea detenido.

Hypnos del sueño eterno: (Tono de burla) absurdo, yo no pienso enfrentarme a tal escoria como es Vulcano, creo que Alfa y Omega estarán de acuerdo en que esta misión la deben llevar acabo los pequeños señores de las estaciones, por lo menos así harán más que hacer bolitas de nieve y revivir florecitas.

Invierno: Cuidado con tus palabras Hypnos, tal vez tu rango sea mayor pero sólo eres un bocazas, recuerda que nuestros sueños no están ligados a tus poderes, no puedes manipularnos y no puedes atacarnos. Pero para ser sincero, en un punto tienes razón, este es un trabajo para los señores de las estaciones y yo lo llevaré a cabo, ya que eminencias como tu sufrirían ante tal adversario, tu sabes, tienes mejores cosas qué hacer como llevar pesadillas a niños mortales y hacer que orinen sus aposentos.

Hypnos del sueño eterno: (Malicia) es curioso que lo digas Invierno, tal vez le haga una visita a tu querido Solsticio, hace mucho que no visito a una creación de los eternos. La última vez que visité al joven Eros de la hermana Primavera, lloró tanto que hizo llover por 3 semanas seguidas y desapareció una ciudad que estaba en los mares. Qué reacción tendrá la pequeña Solsticio, tal vez congele la mitad del mundo.

Invierno: Si te acercas a ella te juro por lo grandes hielos polares que yo te haré…

Mensajero: ¡BASTA!

(El mandato causó que enmudeciera el Edén completo)

Mensajero: Esta no es una reunión donde se puedan permitir conflictos por nimiedades; tomo tu palabra Invierno, de que te encargarás del problema.

Invierno: Sí, con la bendición del Gran Maestro. Además yo fui quien venció a Vulcano la primera vez, puedo volver a hacerlo.

Mensajero: Entonces que así sea. Me retiro y suerte en la causa señor Invierno.

(Con estas palabras el Mensajero se despidió y desapareció).

Alfa de la Vida: Suerte señor Invierno.

Omega de la Muerte: Espero no encontrarte en mi reino.

Hypnos del sueño eterno: (Hipocresía) el señor te proteja hermano, sería muy duro perderte.

(Y así desaparecieron también de la reunión).

Otoño: ¿Estás listo hermano?

Invierno: Nunca lo he estado, pero así soy yo.

Verano: Hermano, acepta esta pechera, la hizo Equinoccio, es de un metal muy ligero y resistente al calor, te permitirá resistir los golpes.

Invierno: Te lo agradezco hermano, la usare ya que es un hermoso trabajo, ligera, fresca y sin adornos… Pero sólo es necesaria mi leal Destello, no hay nada más filoso que ella, ni nada más mortal. 

(Destello era una espada que fue forjada en las profundidades mas heladas del mundo mortal, hecha de amatista y diamantes, la hoja era como un cristal tallado que le daba forma ancha, pero delgada, de un color púrpura, como los últimos destellos de sol antes de ir a dormir, de ahí vino su nombre; cortaba el aire sin dificultades y cualquier objeto que desafiara su filo, un arma mortífera y perfecta).

Primavera: Regresa vivo y te estará esperando un delicioso manjar en mi mesa. Mucha suerte hermano.

-La Tierra-

(Todos los mortales que corrían espantados, tratando de huir de la furia de algo que no comprendían y que sólo se representaba con lava y fuego, se detuvieron un momento a observar. El cielo se había abierto y de la abertura emergía un remolino de nieve y hielo, solo eso alcanzaban a ver sus ojos mortales, solo eso se les era permitido, pues los señores eternos eran vanidosos y egoístas).

Invierno: Ahí estas, desgraciado viejo gruñón. ¿Quién te habrá despertado?

(Invierno caía en picada, trayendo una ventisca helada que se esparció en todos los lugares donde había lava y fuego, apagando sus calores con rapidez, mientras que él se precipitaba contra una estructura geológica de forma cónica que nacía de la misma tierra, como si fuera una boca vomitando la inmundicia de su interior, y en medio de la estructura se encontraba un gigante de fuego y llamas, un gigante que estaba furioso y que sólo quería destruir).

Vulcano: ¡Yo seré su destrucción, creaciones imperfectas, yo, Vulcano el grande, el señor de las llamas y el caos ardiente los llevare a su condena! 

(Vulcano rugía de forma histérica sin percatarse de la llegada de Invierno).

Invierno: Pero miren nada más a quién tenemos aquí, “flamitas, la doncella berrinchuda” yo te hacía dormido y babeando magma, ¿quién te ha despertado?, ¿o acaso te has caído de tus olorosos aposentos de azufre?

Vulcano: ¡Tu!

Invierno: ¿Yo?

Vulcano: Invierno, no debiste haber venido, tal vez en el pasado me venciste pero ahora tengo más poder. Hoy será tu último momento, voy a destruirte, voy a hacerte cenizas, voy a aplastarte y después te tragaré y escupiré, voy a partirte pedazo a pedazo y te enterraré en las fauces de la oscuridad para que nadie más te encuentre.

Invierno: Por un momento, sólo por un momento, creí que me iba a derretir, hasta creo que se me salieron unos cuantos cubitos de hielo, pero pues es muy fácil hablar, veamos que tan bueno eres haciéndolo.

(La batalla entre Vulcano e Invierno empezó, el gran Vulcano levantó su mano formando una gran masa y atacó con un golpe certero a Invierno, pero Invierno era listo y esquivó el golpe de Vulcano mientras danzaba flotando en el aire y con agilidad desenvainó su espada y le cortó el brazo al gigante. Pero no fue suficiente pues al mismo instante Vulcano había regenerado su brazo y proseguía con su ataque, dando golpes no acertados, haciendo que Invierno se moviera cada vez más rápido y con más dificultad; los humanos veían maravillados aquella escena, la ventisca luchaba con el fuego y era una batalla tan equilibrada que parecía algo irreal. Invierno cortaba los brazos del gigante pero no funcionaba ya que los regeneraba al momento y proseguía atacándolo, Invierno sabía que algo no andaba bien).

Vulcano: (Carcajada) ¡tonto!, así jamás podrás derrotarme, te dije que esta vez sería diferente, esta vez tengo el poder de uno de los tuyos, soy más rápido y soy indestructible.

Invierno: (Con tono de sorpresa) ¿De los míos?, ¿quién pudo ser capaz de tal atrocidad?; no importa te he de derrotar, “ventisca de colmillos de hielo”.

(Una gran ráfaga de aire apareció en el campo de batalla, volviéndose un remolino gigante que llevaba en su interior millones de filosos fragmentos de hielo que atravesaron el cuerpo de Vulcano congelando pedazos de su cuerpo monstruoso paralizándolo por un momento, haciendo que Invierno tuviera la oportunidad de cortar su cuerpo a la mitad pero no sirvió de nada, pues el fuego había derretido los hielos y liberó a Vulcano).

Vulcano: Tus tontos hechizos no te servirán contra mí, el fuego de mi cuerpo viene de las entrañas, del núcleo que mueve al mundo, soy invencible ya te lo dije.

(Y después de decir esto atacó con un golpe rápido a Invierno, el cual no lo pudo evitar y antes de que el impacto se diera, Invierno murmuró un conjuro y congeló el puño del gigante, sin embargo el golpe lo derribó e Invierno cayó estrepitosamente hasta estrellarse en las faldas de la gran estructura).

Vulcano: (Carcajada y burla) pobre Invierno, tan débil, tan pequeño al lado del gran Vulcano, este será tu fin. (Carcajada).

Invierno: (Susurro) desgraciado bastardo, en qué momento se volvió tan rápido, la pechera me cubrió del impacto sin embargo recibí un buen golpe.

(Invierno sangraba por su boca, un líquido azul manchaba sus labios blancos y caía por su mentón hacia su pecho. Vulcano se regocijaba a ver a Invierno herido).

Invierno: ¡Desgraciado!, ya veras “aullido congelante”.
(Invierno produjo un gran aullido despertando una ráfaga que tomó forma de lobos que cubrieron a Vulcano completo apagando sus fuegos y dejando solo roca negra y sólida. Esa era la oportunidad perfecta, Invierno tomó su espada y con gran rapidez atacó a Vulcano cortando su cabeza de un solo golpe, la cabeza del gigante cayó hacia el gran lago de magma y se hundió).

Invierno: (Voz cansada) ya estoy viejo para esto, este maldito opuso gran resistencia, es necesario que encuentre quién le dio poderes. Es imposible que uno de nosotros haya hecho trato con el, ¿quién pudo ser tan vil y traidor?, llegando lo averiguaré ahora sólo necesito descansar, ese golpe que me ha acertado realmente me dejó mal herido.

(Creer que has vencido es uno de los peores errores en la guerra, hace que bajes la guardia y que pierdas los reflejos. Fue algo que Invierno nunca debió haber hecho. La columna de piedra negra y fría en la que se había convertido el gigante se partió en pedazos que cayeron al lago de magma, pero Vulcano no había sido derrotado, pues de una forma sorprendente resurgió más grande y más fuerte, tomando desprevenido a Invierno. Alzó su mano y con una velocidad sorprendente la impactó contra el cuerpo de Invierno que quedó tendido en la tierra herido e inmóvil).

Vulcano: Te lo dije, soy invencible. Es tu fin Invierno.

(Tomó con su mano de llamas el cuerpo de Invierno aprisionándolo en una masa de fuego y lava, apretándolo con fuerza mientras Invierno gritaba de dolor. Invierno estaba desesperado, sentía que la temperatura subía y que el calor se apoderaba de su cuerpo gélido. Sabía que era su fin, pero nunca había pensado en él antes).

Vulcano: Tus últimas palabras Invierno, cuando acabe contigo iré con tu querido Solsticio y lo haré sufrir más que a ti.

(Esas palabras lastimaron a Invierno que ya estaba débil y famélico, había dejado a su Solsticio desprotegida, no le había enseñado lo suficiente para defenderse, fue un mal maestro. Invierno ya no podía hacer nada para defenderla, así que simplemente dijo las últimas palabras que salieron de sus ojos en forma de lágrimas).

Invierno: Lo siento Solsticio.

(Dicho esto Vulcano lo golpeó con fuerza hasta dejarlo inconsciente).