martes, 28 de agosto de 2012

"Cara de pan"


José francisco cara de pan
Era un niño muy especial
Había una razón en particular
Para que su mamá no lo dejara salir a jugar

El chico no era retrasado en absoluto
Ni para los deportes era bruto
Tenía un peculiar sentido del humor
Pero su carita de cuernito
Y sus ojos de donitas
Causaba murmullos y pavor

Era un chico complicado
El realmente no era salado
Su suerte le hacía bromas de pies a cabeza
El niño causaba antojo en ciertas mesas

Pobre José francisco
Creo que hubiera preferido ser visco
Pero su familia lo apreciaba
El aroma de su cara
Era mejor que el de una empanada

Simplemente era triste su situación
El perro intento comerlo muchas veces
Mientras veía la televisión
Nada era tan peligroso
Como salir al parque a caminar
Las palomas lo seguían
Lo querían devorar

Su madre una noche
Con el corazón roto
Se apiado de el
Le golpeó la cabeza esponjosa con  un coco
Y después entre llanto y mocos
Se comió a su hijo
mientras tomaba una taza de café.

Noel A. Loaiza.

lunes, 27 de agosto de 2012

"Escritos de lluvia"


Alguien más ha escrito sobre la lluvia
Esa que cae de un cielo negro
Que lava los horrores del mundo
Se cuela en los techos
Y susurra en las alcantarillas.

Esa lluvia que cubre la tristeza
Llenando de música la ciudad solitaria
Esa lluvia que cae en la mano del desventurado
Y le acaricia las mejillas
Mimetizando su llanto de pena
Hasta ahogarlo en un silencio poético.

Alguien más ha escrito sobre la lluvia
Esa que juega en los cabellos
Que resbala por la piel excitada
Y desnuda nuestros corazones cálidos
Mientras buscan refugios en labios ajenos.

Esa lluvia que cae sin prejuicio
Que choca cual suicida
Sobre la superficie del mar
Y se vuelve espuma, recuerdo y anhelo.

Alguien más ha escrito sobre la lluvia
Esa que es fugitiva de la luna
Que se vuelve diamante líquido
Y se refugia en el pecho del viento.

Esa lluvia que se enfrente al rayo
Desafía al trueno y le gruñe al sol
Que atrapa las miradas
Que da esperanza, fuerza e ilusión
Alguien más ha escrito sobre la lluvia
Pero es hora de que lo haga yo.







viernes, 24 de agosto de 2012

"Volar o no volar"


Fresno: ¿qué pasa pequeño?, solo tienes que abrir tus alas al cielo y volar.

Petirrojo: pero señor fresno, está muy alto aquí y siento que no tengo fuerzas para volar, además mamá no ha vuelto, ella dijo que volvería. La extraño.

Fresno: no pasa nada chico, es común tener miedo y por tu madre, no la extrañes ella vendrá pronto y cuando vuelva puedes darle la sorpresa de que la recibas volando hacia ella.

Petirrojo: no quisiera ofenderlo señor fresno, pero usted solo es un árbol, usted no le teme a nada porque nada lo puede lastimar; además usted no tiene una madre ¿o sí? No sabe lo que es estar solo.

Fresno: (carcajada) un rayo me puede lastimar, un hacha humana. Si pequeño, conozco el miedo, pero no es bueno vivir con él, hay que superarlo y enfrentarlo, el mundo está lleno de posibilidades pequeño, abre tus alas tu puedes lograrlo. Y claro que conozco la soledad, es raro que los arboles hablen pero algunas veces hay pequeños nidos de pájaros en mis ramas y escucho a las madres hablar con sus huevos y a los pequeños los veo salir del cascaron, no eres el primero y todos ellos tuvieron miedo a volar pero lo lograron anímate chico.

Petirrojo: pero, qué pasa si caigo, podría lastimarme.

Fresno: pero tal vez podrías volar, alcanzar el cielo, tocar las nubes y conocer el mundo, sal del nido, pequeño. Es momento que abras tus alas al viento y te dejes llevar por sus corrientes.

Petirrojo: lo intentare.

-El pequeño petirrojo abrió sus alas, tomo aire cerro los ojos y se lanzó al vacío, movió sus alas con fuerza pero siguió cayendo hacia el suelo. Era el fin, lo vio venir en sus pequeños ojos plagados de terror, pero de pronto unas grandes garras tomaron su cuerpo y lo elevaron, el pajarillo sintió fuerza y tuvo el valor aleteo más fuerte hasta que pudo mantenerse en el aire, dio vuelta para ver a su salvador y vio a un gran búho con aspecto rudo, tenía una cicatriz que le cerraba el ojo derecho y parecía algo viejo-

Petirrojo: señor búho, muchas gracias, me ha salvado la vida tenía mucho miedo y solo caía y mis alitas no me respondían, el señor fresno dijo que lo lograría y gracias a usted lo logre.

Búho: del temor al valor solo hay tres letras hijo y ten cuidado con eso de los árboles, todas las aves saben que los arboles no hablan. Es hora de que busques a tu madre hijo, vuela fuerte y rápido y no te detengas nunca.

-y así el petirrojo voló de su hogar, dejo lo que quería, por ir a buscar algo nuevo, se arriesgó. Pero esa no es la moraleja, pues si tal vez es bueno arriesgarse, hay veces que uno debe esperar, el cielo siempre será cielo y el suelo siempre no está esperando gustoso. Así que dejemos esperando al suelo y preparémonos bien para el vuelo, la desesperación y la soledad nos hacen dar pasos al vacío y aun si forzamos nuestras alas a volar descubriremos que son como el cristal y el viento las destrozara-

-texto perdido y encontrado-

Fresno: muy gracioso señor búho, con que los arboles no hablamos. Entonces usted debe de estar loco.

Búho: cállate árbol, eres un embaucador. Recuerdo cuando me dijiste ese mismo discurso a mí, como un tonto abrí las alas y volé, buscando cosas nuevas y mejores, cuando ya tenía lo mejor para mí y en mi vuelo perdí mis ojos, mi coraje y mi corazón, me quebraron por seguir un deseo estúpido.

Fresno: aprendiste, y eso te ayudo a enseñar a los demás, yo no soy un embaucador, soy una voz simplemente, nazco del suelo y toco el cielo, pero no los disfruto tanto como ustedes, ustedes son libres.

Búho: yo ya era libre y solo encontré dolor. Lo siento, enserio lo siento.

Fresno: ¿que sientes?

Búho: nada que te interese a ti árbol insensato estas palabras se las doy al viento para que lleguen a unos oídos lejanos.

lunes, 20 de agosto de 2012

"De gatos y mapaches"


Nuestros ojos se encontraron
Los suyos eran desafiantes y profundos
Los míos sin duda tenían aquel fugaz destello burlón
Cínico y despreocupado, el silencio nos acechaba
El solo esperaba el momento para tomar lo que no le pertenecía
Su especie me produce rabia y hastío
Pero su raza me acusaba de maligno y traidor
Dos especies tan peligrosas en un espacio tan pequeño
Era una ironía de dios
Un juego de dados o un suspiro de muerte
El juego empezó lento, calculamos nuestros movimientos
Con paciencia, con la mente fría
Él quería la ambrosia que surgía de mis manos
Ese manjar extraño que era para la tribu salvaje
Aquella que había sido desvirtuada y ahuyentada de su hogar
Pero a él no le importaba, se sentía parte de ellos
Se quería mover como ellos
Pero jamás lo seria, era imposible, improbable
Sus ojos se volvieron llamas en la oscuridad
En las sombras que desgarraban la luz
Y se enraizaban en mi cuerpo mientras pasaban los segundos
Era obstinado aquel ser de pecado
Pero yo lo era aún más
Y lo maldecía con el fuego de la venganza
Era indigno que tratara de encajar en la cadena
Cuando era eslabón de otra forja
No, no lo comprendía
Yo no lo aceptaba
El pan era mío y yo lo iba a dar a quien lo necesitara
No se lo entregaría a el
Así que lo guarde en mis ropas y me largue rápidamente
Con sus ojos en mi memoria
Ese maldito gato jamás será un mapache. 

martes, 14 de agosto de 2012

"Tristeza"


Tal vez en algún momento
Una tenue luz entro en las habitaciones de mi imaginación
Alimentando mis delgados pensamientos colapsados
Tal vez en algún instante unas manos extravagantes
Pintaron en las paredes blancas
El llanto húmedo de un miedo que no me dejaba mover
Y lentamente de eso me alimente.

Solo mis ojos tomaron parte de esta vida
Mirando la tristeza que no existía
En la soledad que jamás se perdió
El mundo giraba alrededor de mi estancia vacía
Estoy en agonía, estoy en agonía.

Es exhausto pensar que la esperanza hace mucho se fue
Ya no queda nada, ya no queda nada
Así que me distraigo en los fríos días
Despertando con la venganza y el odio
Así es como recorro la luz de la habitación.

lunes, 13 de agosto de 2012

"Hielo y Nieve: El fuego del fin. Desenlace"


-Memorias del Bosque de los Diamantes-  

Solsticio: Corre maestro, corre. Nos perderemos el canto de los lobos a la señora Luna.

La noche era muy clara con miles de estrellas colgando del cielo como pendientes de cristal, Luna estaba más hermosa que nunca, vestía un hermoso vestido color fuego, su esplendor llenaba todo aquel bosque de una forma maravillosa. Y sobre una gran roca que casi chocaba con el cielo la manada de lobos se acomodaba para empezar su canto. El imponente líder Colmillo Blanco se alzaba ante los demás, su pelaje era como la plata con toques azulados, acomodaba a los pequeños lobeznos para empezar. Una joven corría desesperada a ver aquella función, sus huellas se marcaban en la tierra, iba con unos pantalones de piel de venado, un chaleco grueso de oso y una capa de flores que le había obsequiado la señora Primavera. Sus pies descalzos conocían ese bosque aun en la oscuridad más profunda que lo invadiera, pero ese día no era el caso, ese día el bosque brillaba como una estrella más en el firmamento. Iba con rapidez y con una gran sonrisa en la cara, sus ojos de anhelo y su cuerpo extasiado. Solsticio se llamaba la joven y tenía apenas 1 año de vida, pero ya le llegaba al pecho a su maestro, 1.60 medía o eso le decían los jóvenes pinos alrededor del Lago de las Estrellas. Una sombra la seguía con lentitud o eso parecía, Invierno se movía con agilidad, era su bosque y él era la brisa, la nieve y el viento de aquel lugar, así que pudo llegar adonde los lobos estaban desde hace mucho tiempo, pero le gustaba jugar carreras con Solsticio y dejarla ganar de vez en cuando.

Solsticio: Ya te estas volviendo viejo maestro, muy viejo. Ya ni siquiera puedes alcanzarme. (Risas de burla).

Invierno: (Indignación) ¿Viejo? ¿Yo?, ahora verás liebre chiflada, me las pagarás.

(Invierno se convirtió en una pequeña y diminuta tormenta de nieve que hizo que Solsticio perdiera el equilibrio y callera de bruces, después su cuerpo se cubrió de copos y quedó enterrada bajo una gran capa del frío manto blanco).

Invierno: (Burla) eso te pasa por decirme viejo, tú, niña conejo.

(Solsticio se sacudió el manto y se cruzó de brazos).

Solsticio: ¡Eso es trampa!, no se vale usar magia maestro. (Mueca).

Invierno: Yo nunca dije eso. (Sonrisa desafiante).

Solsticio: ¡O sea que yo también puedo usar magia!

Invierno: Pero claro, aunque hay un problema… ¡no sabes magia! (Risas burlescas).

Solsticio: ¡Eres un tonto maestro, Hup!

Invierno: Muy bien, muy bien. Tu ganas, ahora sube a mi espalda. Los lobos ya casi están a punto de cantar.

Solsticio subió a la espalda de Invierno; éste dijo unas palabras en voz baja que Solsticio no escuchó y el piso donde se encontraban se volvió un hielo liso y muy sólido por el cual Invierno se deslizó con rapidez y llegó bajo la gran roca donde se encontraban todos los lobos. Y con otras palabras una ventisca los levantó y los posó sobre la gran piedra, Invierno saludó con una reverencia a Colmillo Blanco y éste se la respondió igual. Como si fueran viejos amigos, Invierno se sentó a lado de él y le acarició el pelaje. Solsticio se acomodó al costado de su maestro y apoyó su cabeza en los hombros de Invierno, sus finos cabellos le hacían cosquillas en la cara a su maestro, pero a él no parecía importarle mucho. Un pequeño cachorro de color café oscuro se acercó al regazo de Solsticio, Torbellino era su nombre, Solsticio lo había bautizado así, porque era un inquieto. Y ya todos acomodados, los cantos empezaron, e Invierno aulló junto a la gran manada hasta que Sol regaló los primeros despuntes de luz en el horizonte y Luna supo que era tiempo de ir a dormir. Solsticio ya tenía 4 horas dormida en el regazo de Invierno, los aullidos de su maestro y los lobos no la molestaban, vivía con ellos y con él y estaba acostumbrada a eso. Cuando Sol salió completamente y con un baño de luz saludó a todos, los lobos empezaron a bajar lentamente de la gran roca con mucho cuidado. La caída era larga y dolorosa si daban un mal paso. Torbellino despertó a Solsticio lamiéndole las mejillas y se puso a morderle los dedos. Un poco más allá estaba Colmillo Blanco mirando fijamente a Invierno, que le hablaba en un idioma que solo él podía entender, gruñidos y ladridos continuos. Solsticio empezó su descenso junto con los restantes de la manada. Torbellino jugaba más allá con otros cachorros. Fue una noche hermosa y llena de maravillas. Solsticio bajaba aún adormilada, cuando de pronto escuchó un alboroto y el llanto de un cachorro. Torbellino había resbalado y caía por la gran roca.  Para Solsticio fue todo muy rápido, pensó que Torbellino moriría, pero un gran rayo blanco bajó con agilidad la roca y tomó del cuello a Torbellino y lo puso en el suelo sano y salvo. Era Colmillo Blanco, el jefe de la manada. Torbellino chillaba y Colmillo Blanco le lanzó una mirada severa y le dio un zarpazo leve en el cuerpo, después lo abrazó con sus patas y le lamió la frente. Ya cuando todo había pasado y todos bajaron sanos y salvos, Solsticio cayó dormida de nuevo, recargada en la gran roca. Unas manos la levantaron del suelo y la llevaron cargando hacia su cama.

Solsticio: (Adormilada) maestro, lo que hizo ese tal Colmillo Blanco fue espectacular, pensé que Torbellino moriría.

Invierno: Lo se querida. Pero Colmillo cuida a su manada, y da la vida por ellos. Por eso es un gran líder y todos lo quieren.

Solsticio: ¿Tú darías la vida por mí, maestro?

Invierno: Eso y muchas otras cosas pequeña. Ahora duerme tienes que descansar un poco.

Solsticio: Maestro, te quiero mucho. Nunca te alejes de mí. (Abrazo fuerte).

Invierno: Jamás mi corazón, jamás.


-La Tierra-

(Solsticio sentía el dolor desgarrándola célula por célula, su grito fue tremendo y despertó una furia dormida).

Vulcano: ¡No! ¡No!, yo te derrote, yo te maté. No puedes… no es posible.

Invierno: (Idioma antiguo)... -Yo soy la brisa del norte, las aguas del sur. Soy el cero absoluto, el cristal del rayo y un hijo de la luz. La muerte es mi camino y emano resurrección. Soy el señor de los hielos y es hora de que encuentres tu destrucción-

(Invierno parecía poseído, su voz retumbaba por los cielos como un trueno, como trompetas de ángeles, como llamado de muerte. Vulcano dejó caer a Solsticio, pero con una velocidad sorprendente Invierno la tomó en el aire y la dejó tendida lenta y suavemente en la tierra. Vulcano sentía pavor, intentó volverse dragón para huir volando del lugar pero le fue imposible. Invierno era más rápido que él).

Invierno: (Idioma antiguo)… -Yo soy el martillo del hielo y el vengador de los semidioses, y clamo la presencia de los perros del invierno celestial-

(Tres grandes lobos gigantes de hielo aparecieron de repente y sometieron a Vulcano del cuello y los brazos, dejando al descubierto su pecho que se movía aceleradamente).

Invierno: (Idioma antiguo)… -Destello de la mañana, nacida de los diamantes congelados que yacen en el fondo del gran ártico, se guía de mi ira… haz fluir mi venganza-

(Destello se volvió una gran lanza que se elevó al cielo como una piedra preciosa color púrpura y bajó como rayo al corazón de Vulcano, que gritaba y maldecía mientras se consumía en cenizas y flamas. La batalla había terminado, pero Solsticio estaba al borde de la muerte. Invierno bajó ante ella, dejó libre su furia y miró a Solsticio agonizando, lágrimas azules de dolor brotaban de sus ojos, él tenía la culpa, él lo había causado).

Solsticio: Mae… maestro, lo… lo… lo siento, no debí. Soy tonta.

(Estas palabras crucificaban a Invierno de una manera exagerada, un dolor profundo le apretaba el pecho).

Invierno: Mi vida, mi flor, no es tu culpa. Lo siento, debí poner más atención en la batalla, oh señor. No me la quites gran señor, no a mi Solsticio, no a ella.

(Solsticio dejó escapar un último suspiro largo, mientras sus manos se cerraban sobre las de Invierno. Tal vez por eso el mundo pudo sentir el sufrimiento de algo divino, de algo que no era mortal. El llanto y la desesperación de Invierno volvieron un caos a los cielos y a los vientos).

Invierno: ¡No, mi corazón azul, no!, por mi sombra, por mi nombre, ¡regrésamela, ella no, ella no!, oh mi Solsticio, vuelve, no me dejes, no me dejes, no te vayas… ¡NO!

(Locura, amor, insensatez, nadie sabe por qué lo hizo, pero así fue. Invierno sacó la mitad que le quedaba de su frío corazón azul y lo puso en Solsticio formando un corazón azul perfecto que empezó a latir con fuerza. Solsticio abría sus ojos de nuevo. Abría sus ojos a su maestro, no sabía cómo había escapado de un sueño oscuro y pesado que la arrastraba profundo, pero lo había hecho, había escapado y ahora abrazaba a Invierno como nunca… ese día Invierno murió dos veces. Pero nadie supo cómo es que aún se mantenía de pie).

Autor: Noel A. Loaiza
Trabajo de corrección: Iyallii P.