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¿Qué buscas en la botella?
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Su cara, su voz, su
llanto, su aroma de la mañana o el último beso antes de partir a trabajar.
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¿Lo encontraste ya?
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Lo encuentro todos
los días, después del desmayo, entre nubes de recuerdos traslucidos por
esferitas de colores.
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Ya pasaron 3 años y aun sigues esperando que entre por esa
puerta, con la misma botella intacta y sin abrir en tus manos, no crees que es
momento para dejarla partir con un buen trago.
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Soy un melancólico
no un maldito ebrio.
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Eres un idiota.
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Soy espejo y me
reflejo.
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Ahora también eres un crío.
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Vienes a molestarme
todos los días, me preguntas lo mismo, y me ofendes de la misma forma. Pero claro,
yo soy el crío.
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Es que no tengo nada mejor que hacer.
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Tienes todo un
infierno de diversiones allá abajo.
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Pero todas las almas son tan aburridas y con caras
largas, nunca me puedo reír de su desgracia por que no entienden.
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Me alagas, me encanta
ser el único pez de tu pecera.
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Ya abre la botella, sirve dos tragos y brindemos por ella.
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Tú no la conociste, porque
querrías brindar por ella.
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Claro que la conocí, yo juzgue sus pecados y la condene a
una tortura eterna.
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Mientes, ella era un
ángel.
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No miento, tú te mientes. Esa mujer te engañaba con tu
hermano.
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Hasta que un mal día,
un auto le paso por encima.
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Era tu auto.
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Y desde ese día ya
no soy alcohólico.
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Lo hiciste por venganza.
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Y por eso mismo
mantengo esta botella intacta y sin abrir.
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Algún día esa botella caerá de tus manos, se romperá en
miles de hojuelas de cristal y el alma de ella será libre.
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Entonces ese día
brindaremos por haberla perdonado al fin.
Noel A. Loaiza.
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