domingo, 31 de agosto de 2014

"Camino por los eones"

“En el sueño de la vida quisiera vivir, pues soñando no conocería el sufrir”

Una voz femenina lo saco de su sueño profundo, una voz apresurada y cálida; el tiempo se había escapado como una estrella fugaz, su presencia se perdería en la bruma y la neblina del amanecer para siempre y eso lo sabía días antes, cuando después de tanto tiempo la vio de nuevo regresar a su ojos y a su vida.
Sintió sus brazos tibios rodeando su cuerpo, con la sensación de la última despedida, -hubiera preferido seguir soñando que no te irías- pensó, pero ella ya había tomado su decisión y él no pensaba hacerla cambiar de opinión, esto no era la primera vez que pasaba, pero si sería la última y estaba conforme con eso, dejarla ir tal vez no fue lo más inteligente que hizo, pero era lo justo para ambos, y aun sabiendo eso y con todos los problemas que había acarreado a su presente vida, no pudo dejar de notar que no sabía cuánto la extrañaba hasta ese último abrazo de despedida, ni cuanto le dolía haber hecho tal aberración contra su propio amor, heridas que nunca podría sanar nadie, pues eran recuerdo de lo que cuesta conseguir un pedazo de bienestar en este mundo tan retorcido.
La memoria es un arma de doble filo y solo necesita una debilidad en tu armadura mental para penetrar tus barreras y explotarte sin sentido en un mar de sentimientos amorfos y complicados, pero aquel abrazo fue más que un tajo, pues trajo consigo una avalancha imponente y destructiva que arraso toda razón física y temporal, para sumirlo en el mundo surreal de sus memorias. Lo mantuvo inerte y perdido en su propio espacio; su mente vago lejos y su ser etéreo resurgió de las cenizas que alguna vez fueron el fuego que destruyo muchas de sus imágenes mentales; un campo desolado fue su cobijo por un momento, él estaba ahí en una nada inmensa; de cuerpo entero y sin entender la situación, dio sus primeros 10 pasos y llego de golpe el olor más dulce y maduro que había olido en años, ese que viene de unos tacones y una falda. Fue simplemente delicioso, la estela del aroma podía verse flotando en la atmósfera imaginaria, así que la siguió sin pensar dos veces y en poco tiempo entraba a una ciudad de edificios y rascacielos, el cielo se plagaba de nubes blancas y el sol las manchaba con naranja y rojo; el aroma se volvió más fuerte y lo condujo a un pequeño parque urbano y fue ahí donde se encontró con esa mujer que parecía caminar en una sola dirección y sin voltear atrás, la intento seguir, su atracción era fuerte como un lobo a la luna llena, sabia en ese momento que estaba loco por ella y que siempre seria así, la siguió lo más rápido que pudo pero nunca pudo rozar ni siquiera un poco de su sombra, el parque seguía creciendo hasta convertirse en un gran bosque donde aquella mujer se perdió, estaba tan triste de nunca poderle decir lo que sentía que siguió caminando sin rumbo hasta adentrarse al bosque que se volvió oscuro, nocturno y frío; ¿Dónde estaba? ¿Qué estaba pasando? Son preguntas que uno siempre debe hacerse cuando no conoce nada a su alrededor, pero él ya estaba perdido desde hace mucho tiempo, así que en ese momento no importaba, pero en la vida real el tiempo transcurría y el perdía lo que el sueño nunca más le podría regresar, aun sin embargo él no lo notaba pues cuando sintió la primera espina dañar su rostro se dio cuenta que estaba atrapado, el valle de espinas al que había entrado se extendía lejos y él se encontraba en el centro, así que no había otra forma que salir caminando de ahí hacia cualquier lado, y así lo hizo, camino tanto que creyó que había viajado un año, y cada espina entro más profundo en él y lo hizo sangrar lento, así cuando por fin salió de ahí, su piel estaba tan herida y sensible que la más ligera corriente de aire podría doblegarlo de dolor; giro para ver aquel valle y se percató de que las espinas habían cambiado de forma, ahora eran rosas del color de la sangre; y lo comprendió después de un tiempo, “aquello que parece bello puede ser lo que te corte el cuello” ; sin embargo, aún estaba perdido y los frondosos árboles tapaban el cielo, si había sol él no lo sabía, los arboles brillaban tenue con luz fluorescente así que tampoco necesitaba al astro, dio un paso y los árboles se movieron formando un camino, “cosa extraña...” fue lo único que pudo pensar, podría decirse que su cerebro aún estaba dormido o perdido, tal vez anestesiado por algo que no podía comprender, pero como todo estaba puesto en el tablero, lo único que tuvo que hacer fue seguir caminando. El camino se hacía más pequeño y los árboles se mecían lento, el viento del este jugaba entre sus hojas y se abrazaba a sus troncos, trayendo con él una melodía pausada y lenta, el olor a lluvia, tempestad y esperanza. El camino termino en un claro, en medio de aquel claro se formaba un árbol gigante de un grosor impresionante sus frutos eran campanas de plata y oro y estaba rodeado por dientes de león, delicados y peculiares; un lugar mágico, un espacio de tranquilidad, el árbol parecía palpitar vida y amor, intento acercarse a él pero una voz lo detuvo…

“retrocede mortal”

Parecía que venía de su cabeza, de su corazón y de su propia boca, sintió miedo. Tanto tiempo pensó haber escapado de esa voz y ahora de nuevo la escuchaba.

-tal vez solo un pensamiento inoportuno- se dijo a si mismo
Se atrevió a dar otro paso.

¡Retrocede mortal!

La voz era más potente y demandante, el levanto la cabeza y busco con desesperación el claro estaba solo o eso creía el, de los arboles alrededor surgieron 4 sombras cada una distinta a otra. Una pequeña como un niño dos idénticas, como gemelos y la última era amorfa y camaleónica, se retorcía y cambiaba a muchas cosas que él no entendía; y se quedaron ahí cerca de la orilla del claro mirándolo fijamente, o eso parecía pues no se percibían ojos en ellas; el viento del este soplo fuerte y el frio se presentó recorriendo su cuerpo, el árbol lo llamaba y corrió hacia él; abrazo su inmenso tronco y sintió el calor en lo más profundo de su ser, se sentía en casa, pero el viento siguió soplando, y trajo consigo un huracán, la lluvia golpeaba al árbol y meneaba sus ramas, aquellos frutos en forma de campana empezaron a sonar, a gritar, a suplicar el nombre de una mujer, los dientes de león se elevaron en el aire y se pegaron a su cuerpo y a sus ojos, cegándolo.
-lo siento, por favor, yo lo siento- gritaba con sus ojos cegados por el viento.
Pero el viento parecía arreciar y una risa cayó como un trueno, una de las sombras gemelas reía con la potencia de la tempestad, se burlaba de él.

“te dije que no te acercaras mortal, ahora haz destruido algo hermoso” le dijo aquella voz en tono de burla.

Cuando por fin pudo abrir sus ojos vio la escena de la destrucción y supo que él lo había causado todo, el árbol yacía roto ahora, su tronco partido a la mitad, había matado algo hermoso, con su presencia y con su toque, él era radioactivo, un ser defectuoso y aquellas sombras estaban ahí para recordarle el por qué siempre estuvo solo hasta ese momento.


“erizo, erizo, erizo” decían al unísono, acercándose a él. Intento huir, pero a donde fuera aquellas sombras lo seguirían, corrió con los ojos cerrados, sin mirar atrás, corrió pero aun las escuchaba, sus lágrimas resbalaban lento por su cara, lloraba por la verdad, lloraba por haber destruido algo tan único en la naturaleza del hombre, lloraba por la que dejo en ruina y destrozada, pero nunca se lo había dicho a nadie.

continuara.